Ella sentía la anticipación iba a desplegarse y se preparó para ello con un ardor incontrolable. Las sombras se alargaban, creando un velo de misterio mientras exploraba su mundo. Una energía poderosa de su transformación se hizo inevitable. Sus atributos se realzaban y ella experimentaba más sensual. El placer era palpable, una revelación que la envolvía por entero. Con cada embate, su deseo crecía, más intenso y más real. La dulce agonía la envolvía mientras su cuerpo se retorcía en la entrega. Ahora sus fantasías eran algo que podía tocar. La cumbre se acercaba, prometiendo una explosión de sensaciones. Finalmente el instante supremo llegó dejándola temblar de placer puro. Tras la vorágine su mirada era de asombro, satisfacción y mucho más. La vivencia la dejó transformada eternamente. Su pensamientos seguían giraba en torno a la pasión. Ansiaba otra vez esa emoción, deseando la siguiente vez. Su cuerpo se había vuelto descaradamente provocador. Las posibilidades eran infinitas y ella lo sabía.